Acogiendo a mi niño interior. Cultivar el adulto.
¿Eres consciente que en tu interior habita tu niño?
¿Sabías que este niño, influye en tu presente ahora cuando ya somos adultos?
Muchos de nosotros tenemos en nuestro interior una memoria antigua que aparece en forma de emociones, pensamientos y sentimientos que ante determinadas circunstancias se activan de manera inconsciente. Cuando esto ocurre, es porque no estamos colocados en nuestro estado adulto, sino más bien en nuestro estado niño.
¿Cómo
puedo saber si estoy en el estado adulto o niño?
La visión del análisis transaccional nos brinda la oportunidad de discernir si mi actitud ante una circunstancia cotidiana es desde el niño o el adulto.
Cuando el modo de ver, sentir y pensar es movido por una grabación del pasado, estoy colocado en el estado niño. Desde ahí, la manera de actuar es muy similar a cómo lo hacía en determinados periodos de la infancia, y sus indicios son emociones desproporcionadas, impulsividad y pensamiento predominantemente centrado en lo inmediatez.
Mientras que cuando siento, pienso y actúo en sintonía con el momento presente, el aquí y ahora, conecto con mis recursos, despliego mis capacidades que he ido desarrollando a lo largo de la vida y asumo mis responsabilidades, estoy en el estado adulto.
¿Cuándo suele aparecer nuestro niño interior?
Habitualmente solemos conectar con nuestro estado niño, cuando determinadas situaciones de nuestra cotidianidad: una conversación con otra persona, una tarea que nos resulta complicada, etc, nos conectan con experiencias dolorosas del pasado no resueltas, no motivadas por la situación presente, y que como consecuencia nos hacen actuar, pensar y sentir de forma muy similar a como lo hacíamos cuando éramos pequeños, bloqueando inconscientemente nuestra naturaleza esencial y nuestros recursos internos.
Y... ¿cómo puedo ser consciente de cuando conecto con mi estado niño?
A través de las señales que te describo a continuación, podrás ser consciente de cuando no estás en el estado adulto:
◦ Emociones desproporcionadas.
Una emoción desmedida es cualquier emoción no motivada por el contexto presente, que implica que nos hemos conectado inconscientemente con nuestro niño herido, el cual viene acompañado de ciertas heridas emocionales no resueltas y de necesidades insatisfechas: necesidad de amor, de seguridad, protección, etc. Esta emoción se puede llegar a transformar, incluso, en rasgo de carácter y creando malestar tanto a uno mismo como a los que nos rodean.
◦ Pensamiento infantil.
Tiene lugar cuando nuestra mente empieza a funcionar igual que de pequeños, es decir: aparecen diálogos internos con ideas infantiles, creencias limitantes y condicionamientos sobre uno mismo, los demás y la vida. Un ejemplo de ello es cuando un niño ha vivido en un entorno familiar donde sus padres han estado focalizados en el trabajo, él no se ha sentido visto ni escuchado y ya de mayor está con un grupo de amigos y cree que no le hacen casos y que lo que él pueda decir no es importante ni interesante.
◦ Conducta infantil.
El comportamiento que tuvimos de muy pequeños para poder adaptarnos a algo muy difícil y que nos ayudó, se activa inconscientemente y actuamos de la misma manera que lo hacíamos entonces, aún cuando no se adapta al momento presente ni nos ayuda a crecer. Por ejemplo, cuando nuestro mecanismo recurrente ante una situación difícil es bloquearnos y no hacer nada.
Y
quizás te preguntes ¿cómo puedo acoger a mi niño interior?
Para cuidar de nosotros mismos y estar cada vez más presentes en el adulto, es conveniente atender desde el amor y la comprensión a nuestro niño herido cuando aparece. Te invito a que seas tú mismo esa guía interna amorosa y compasiva, que acoge y acompaña a esa parte profunda que brota para ser atendida y colocarte en el adulto maduro y sabio.
A continuación, te brindo algunas claves para aprender a atender a tu niño interior:
►Sé consciente de cuándo aparece. Identifica el patrón de pensamientos, sentimientos y conductas que emergen cuando conectas con tu niño interior.
►Cultiva el conocerlo. Aprende a ver lo que necesitó y no obtuvo, cómo se sintió, qué decretó, etc, con una actitud amorosa, comprensiva y sin juicio.
►Acógete con amor. Conecta con tu adulto, con esa parte sabia y madura que escucha, comprende, valora, protege, acepta y te brinda lo que necesita. Asume la responsabilidad de hacerte cargo de ti mismo.
Cultivar
el adulto interior.
Atender, acoger y comprender las heridas infantiles nos permitirá sanarlas e ir conectando con nuestra mejor versión: la más auténtica, creativa, responsable, consciente, madura y sabia; y desde ahí poder enfocarnos hacia aquello que queremos crear y vivir.
Te facilito una meditación que suelo brindar en los talleres para practicar la conexión con el niño interior y acogerlo desde la mirada amorosa y comprensiva de nuestro adulto interior.
Si deseas más información sobre cómo profundizar y acoger a tu niño y en consecuencia cultivar a tu adulto interior, ponte en contacto conmigo.